Corte de pelo alemán

Ayer jueves me levanté temprano, a eso de las 7:30 de la mañana, y partí al centro de Vaihingen con un gran objetivo: cortarme el pelo.
Es que ya llevaba demasiado tiempo sin cortármelo, y desde que la Maca me dijo que me veo muy rico con el pelo corto, es que le agarré el gusto a cortarme el pelito. Ahora, mis eperiencias con el Colegio de Peluqueros siempre han sido traumáticas. Desde chico los odiaba, porque aceptaban ciegamente la tajante orden que les daba mi papá cuando nos llevaba al "corte de pelo de rigor" antes de entrar a clases. Mi papá decia "corte escolar" y el crimen estaba cometido. El peluquero asentía amablemente y se volvía complice de tal atrosidad. Durante años el peluquero me cortaba, literalmente, las esperanzas de tener un pelo como el de Zack Morris (Salvado por la Campana) o más etremo aún, como el de Bon Jovi (Keep the Faith).
Cuando llegó la madurez, y la posibilidad de elegir mi corte pelo, entenderme con el peluquero fue imposible. Creo que el odio de antaño hacía mella en nuestra comunicación. Muchas veces salí de la peluquería como un consumidor disconforme, y aunque tuviera la boleta en la mano, los pelos se me podrían devolver uno a uno, pero no volver a pegar en la cabeza. Fue desde esa época que apenas tuve la oportunidad (ultimo año de colegio), me dejé el pelo largo. Eso desde hace ya unos cinco años. Yo era feliz con mi pelo largo, no sabía de peluqueros y mi vida era tranquila.
Hasta que llego esa mujer maravillosa, la Maca. Uno por amor hace cualquier cosa, y la Maca me ama demasiado y yo a ella tambien. Así que por enero de este año me decidí por cortarme el pelo, para parecerme a "Edu" protagonista de una teleserie brasileña, al cual, según la Maca me parezco. La comunicación con la peluquera esta vez fue mejor. Para mí fue una etapa superada, logré un buen resultado, ya que a la Maca le agradó mucho mi new look.
Con este historial me presento en el local de la Schwaben Gallerie, Vaihingen, con una odisea por delante. Todos mis miedos vuelven a materializarse frente a mí. Debo eplicarle a la peluquera, como quiero cortarme el pelo. ¡El problema es que debo hacerlo en Alemán! Me pongo helado, me sudan las manos, y recuerdo mis días de infancias tan infelices con la cabeza pelada como escolar. Bueno le suelto la historia a la Frisörin (peluquera):
"Sabe que vengo de Sudamerica, y ya allá me resulta difícil eplicarle al peluquero lo que quiero, y ahora debo hacerlo en Alemán. Así que por favor le pido mucha paciencia, ¿ok?"*traducido del alemán en el que traté de explicarlo.
Fue así como traté, en un Alemán prehistórico, acompañado de mímica como la que hacemos con pipe y la andi cada vez que jugamos en la casa de la Maca, de eplicarle a la perpleja peluquera mi corte de pelo ideal. Es aquí donde entró en juego la bendita practicidad alemana. La mujer fue a buscar un catálogo enorme de cortes de pelos, lleno de los ejemplos mas impensados de cosas que se le pueden hacer al cabello (algunas rayaban en la pornografía capilar), hasta que perplejo encontré precisamente lo que quería. Emocionado apunté con mi dedo, con una sonrisa en la cara, y un alivio inmenso. El resto es historia. Mi cabello esta corto y como yo quiero. Irónicamente me entendí mejor en el etranjero con el peluquero que en Chile.
Nadie es profeta en su tierra...