¡Pastillas para despertar!

Saben, nada de esto me extraña. Los jóvenes son los mejores clientes de esta sociedad, regida por lo relativo, propiciadora de lo superficial, alérgica a las responsabilidades y adicta al éxito. Una sociedad que al sentirse amenazada por desaparecer, debe seguir reclutando nuevos clientes, gente que adscriba al modelo. Es por eso que es mejor incorporar a los jóvenes, antes de dejar que se empiecen a desencantar del modelo y decidan cambiarlo. ¡Por que eso sí que sería demasiado peligroso! No los dejen pensar, no los dejen informarse, no los hagan responsables ni conscientes tanto de sí mismos como de la sociedad en la que viven. Eso sí que sería una desgracia, una realidad que ni el gobierno podría afrontar. No hay pastillas contra eso.
Mejor que tengan miedo a ser originales, a jugársela por algo que no sea ellos mismos, a cultivar valores distintos a los del medio, de no encontrar trabajo, de ser fracasados y mejor venderles o incluso regalarles la solución a todos sus problemas. Los jóvenes se ven mas lindos cuando bailan, cantan, saltan, compran, venden, viajan, corren, nadan, manejan autos nuevos, se tatúan, se visten bien, se acuestan unos con otros, (pero no tienen niños por que ahí pasan a ser muy caros para el gobierno que se tiene que preocupar de las madres solteras o los niños huérfanos), cuando se embriagan y suben las ventas de las pisqueras y cerveceras de nuestro país, incluso cuando se educan en las universidades mas caras del mundo y luego quedan cesantes o trabajando por una mísera cantidad de dinero.
Parece ilógico, pero creo que esta sociedad prefiere así a los jóvenes, porque son muchos y si algún día se les ocurriera organizarse todos, postular al candidato político que ellos quieran, asistir a los locales de inscripción electoral en patota o en buses contratados por ellos mismos, para que nadie en el país se quede fuera de esta iniciativa de inscripción masiva y hacer vencer al representante del nuevo gobierno joven, seguro lo lograrían. O peor, si un día se les ocurriera dejar de ser los mejores clientes de esta sociedad y dejar de comprar la cantidad de cosas que les ofrecen para ser feliz, la economía se va a la cresta y dejamos de ser los jaguares de Latinoamérica.
Fuera de todos estos ejemplos a lo mejor un poco banales, yo sí creo que los jóvenes son positivamente peligrosos para la sociedad. Porque podemos cambiar tantas cosas si dejamos de evadir nuestras responsabilidades y nos comprometemos, sin relatividades ni mediocridades, a tan solo una cosa que realmente nos motive. No dejemos que nos traten como niños que no saben pensar y demostremos que ya estamos para cosas más trascendentes. No dejemos que nos digan qué es lo que necesitamos, sino que descubrámoslo nosotros mismos. Esta sociedad cree que nos conoce, pero en realidad no tienen idea de cómo somos (si no me creen tan solo díganme con qué comercial televisivo o campaña publicitaria creen identificarse).
Es hora de despertar, y para eso no existe ninguna pastilla. ¡Simplemente abrir los ojos!