Todo comenzó ahi...

Los recuerdos deben ser una de las cosas más propias que tenemos como seres humanos. Son irremplazables, imposibles de duplicar y a veces hasta incontables. Por lo mismo creo que a veces un recuerdo puede ser el mejor regalo que se le puede dar a una persona. Pero no me refiero a uno de esos recuerdos que se compran en el puesto artesanal de Viña del Mar, sino un recuerdo de algo que hayas vivido y que es tan importante para ti que deseas compartirlo con alguien más.
Quiero regalarle este recuerdo a Macarena, mi polola, amiga y compañera de vida. Y el recuerdo que quiero regalarle es precisamente el de cuando la conocí hace poco mas de tres años. Era ya la tercera semana del Mes de María en la parroquia a la que asisto y mi cuerpo ya mostraba señas de fatiga tras levantarse de lunes a viernes a las 6 de la mañana, para asistir a la celebración mariana. Dentro de mi somnolencia, al entrar al templo divisé a lo lejos una mano que sostenía un violín. Esa grata sorpresa me despertó levemente. Un violín en el coro de la misa, en el cual yo tocaba guitarra, sería genial. Debo reconocer que ni me fije mucho quién sostenía el Violín. Más me fije en esa persona cuando nos acercamos al final de la misa y la invitamos a participar del coro. Se llamaba macarena, en realidad recién comenzaba a aprender violín en su trabajo, como parte de una actividad extra programática, pero nos comentó que cantaba bien. Así que la invitamos a integrarse al coro del domingo.
Por regalo de Dios me la encontré al día siguiente en la micro camino a la Misa. Fue una linda manera de comenzar el día. Nos sentamos juntos y conversamos. En realidad ella se lo hablo casi todo mientras yo la contemplaba y me iba sumergiendo en sus ojos preciosos, su sonrisa cautivadora y su voz dulce como la miel. Mas tarde me reconoció que hablo tanto esa vez de los puros nervios, pero en realidad yo estaba tan ocupado comenzando a enamorarme de ella, que mucho no podría haber dicho.
Con la experiencia de asistir juntos al coro y con el pretexto de juntarnos al primer ensayo de la Misa de Navidad que se aproximaba, la llamé para que nos fuéramos juntos a la casa de Claudio. Nunca había estado más nervioso. Me daba vueltas por la casa mientras marcaba su número en mi celular, cuando me contestó se me apretó el pecho, pero saqué la voz y le ofrecí conducirla donde Claudio. La verdad es que ella condujo en el auto de su mamá, yo sólo di indicaciones. Ese día se veía hermosa ante mis ojos, una fuerza incógnita nos hizo entrar en una resonancia mutua en aquel ensayo. No podíamos parar de hablar entre nosotros cuando una pausa nos lo permitía, el tema daba lo mismo, eran tan triviales como hablar de Tommy y Jerry. El objetivo era no quitarnos los ojos de encima, y escuchar la música de nuestras voces.
Todos esos días de conversaciones telefónicas, mails, encuentros y citas me tenían a 10 centímetros del suelo, me sentía en otro nivel, ansioso, desesperado, fuera de control de mis emociones. Esta mujer me estaba absorbiendo y me encantaba. Mi vida cobró un significado hermoso al lado de la mujer cuyo perfume se me quedaba impregnado en la ropa y cuya personalidad encajaba tan bien con la mía.
Nuestra primera cita y nuestro primer beso lo voy a dejar un poco en la intimidad por que ambos lo recordamos como si fuera ayer. Pero para los curiosos debo decir que ¡es el mejor beso que me han dado, mejor dicho regalado, en mi vida! Fue el clímax de una sensación que no podía seguir guardando sólo en mi interior y tuve que compartirlo con quién se convirtió, a partir de ese momento, en la persona más especial de mi vida. De ahí en adelante la historia maravillosa que hemos escrito daría para miles de capítulos, esta es solo la introducción del libro de nuestra vida juntos. Es una historia con altos y bajos, pero de amor al fin y al cabo. El final lo escribiremos juntos mi amor y estoy seguro que será el mejor que podamos escribir, porque tu y yo juntos, somos capaces de todo.
Macarena, te regalo este recuerdo y todos los que tengo en mi corazón.
Te amo.
PS.: ¡Feliz Cumpleaños Tía Clara!
Quiero regalarle este recuerdo a Macarena, mi polola, amiga y compañera de vida. Y el recuerdo que quiero regalarle es precisamente el de cuando la conocí hace poco mas de tres años. Era ya la tercera semana del Mes de María en la parroquia a la que asisto y mi cuerpo ya mostraba señas de fatiga tras levantarse de lunes a viernes a las 6 de la mañana, para asistir a la celebración mariana. Dentro de mi somnolencia, al entrar al templo divisé a lo lejos una mano que sostenía un violín. Esa grata sorpresa me despertó levemente. Un violín en el coro de la misa, en el cual yo tocaba guitarra, sería genial. Debo reconocer que ni me fije mucho quién sostenía el Violín. Más me fije en esa persona cuando nos acercamos al final de la misa y la invitamos a participar del coro. Se llamaba macarena, en realidad recién comenzaba a aprender violín en su trabajo, como parte de una actividad extra programática, pero nos comentó que cantaba bien. Así que la invitamos a integrarse al coro del domingo.
Por regalo de Dios me la encontré al día siguiente en la micro camino a la Misa. Fue una linda manera de comenzar el día. Nos sentamos juntos y conversamos. En realidad ella se lo hablo casi todo mientras yo la contemplaba y me iba sumergiendo en sus ojos preciosos, su sonrisa cautivadora y su voz dulce como la miel. Mas tarde me reconoció que hablo tanto esa vez de los puros nervios, pero en realidad yo estaba tan ocupado comenzando a enamorarme de ella, que mucho no podría haber dicho.
Con la experiencia de asistir juntos al coro y con el pretexto de juntarnos al primer ensayo de la Misa de Navidad que se aproximaba, la llamé para que nos fuéramos juntos a la casa de Claudio. Nunca había estado más nervioso. Me daba vueltas por la casa mientras marcaba su número en mi celular, cuando me contestó se me apretó el pecho, pero saqué la voz y le ofrecí conducirla donde Claudio. La verdad es que ella condujo en el auto de su mamá, yo sólo di indicaciones. Ese día se veía hermosa ante mis ojos, una fuerza incógnita nos hizo entrar en una resonancia mutua en aquel ensayo. No podíamos parar de hablar entre nosotros cuando una pausa nos lo permitía, el tema daba lo mismo, eran tan triviales como hablar de Tommy y Jerry. El objetivo era no quitarnos los ojos de encima, y escuchar la música de nuestras voces.
Todos esos días de conversaciones telefónicas, mails, encuentros y citas me tenían a 10 centímetros del suelo, me sentía en otro nivel, ansioso, desesperado, fuera de control de mis emociones. Esta mujer me estaba absorbiendo y me encantaba. Mi vida cobró un significado hermoso al lado de la mujer cuyo perfume se me quedaba impregnado en la ropa y cuya personalidad encajaba tan bien con la mía.
Nuestra primera cita y nuestro primer beso lo voy a dejar un poco en la intimidad por que ambos lo recordamos como si fuera ayer. Pero para los curiosos debo decir que ¡es el mejor beso que me han dado, mejor dicho regalado, en mi vida! Fue el clímax de una sensación que no podía seguir guardando sólo en mi interior y tuve que compartirlo con quién se convirtió, a partir de ese momento, en la persona más especial de mi vida. De ahí en adelante la historia maravillosa que hemos escrito daría para miles de capítulos, esta es solo la introducción del libro de nuestra vida juntos. Es una historia con altos y bajos, pero de amor al fin y al cabo. El final lo escribiremos juntos mi amor y estoy seguro que será el mejor que podamos escribir, porque tu y yo juntos, somos capaces de todo.
Macarena, te regalo este recuerdo y todos los que tengo en mi corazón.
Te amo.
PS.: ¡Feliz Cumpleaños Tía Clara!